#11 Diario de Viaje - Tupananchiskama
¿Cómo despedirte de algo a lo que quieres volver? ¿Cómo decirle adiós a un lugar del que no te quieres ir?
No me gustan las despedidas y, sin embargo, hace ya muchos años que forman parte de mi vida. Recuerdo perfectamente la primera vez que me despedí. Que me despedí de verdad, con un “adiós” de esos que rasgan por dentro una parte de ti. Un adiós que es por ti y pese a ti.
Mi primer sobrino acababa de nacer. Era febrero y hacía un mes que estaba con nosotros en este mundo. Yo me iba de Erasmus (intercambio de estudios en la Universidad) a la otra punta de Europa. Y ahí, con esa alegría de la casa entre los brazos le decía casi un hola y adiós hasta dentro de 6 meses. Sabía muy bien lo que con ese adiós me perdía.
Las despedidas son un mal necesario. Son una forma de complicarte la vida y, a la vez, de seguir con ella. No hay sueño, deseo, decisión que no lleve con él un adiós.
Ahora, en otra parte del mundo y con una despedida totalmente diferente, me acuerdo de esa primera y de muchas otras que le siguieron y le siguen hasta hoy. Me acuerdo de la despedida antes de embarcarme en esta aventura. Y soy también consciente de todas las que, aún, quedan por llegar.
Aquí y ahora me toca despedirme de Cusco, y con ello de Perú, antes de que acabe la semana estaré cambiando de destino. Mientras, como en una especie de bucle infinito que me dice que aún puedo alargarlo más, sigo retrasando el momento con un “bueno ya mañana”. Y así, lo que iba a ser una semana, se está convirtiendo en medio mes, como en un intento de retrasar (y sostener) este adiós.
Y es que, como decía en esta carta, hay lugares que atrapan y otros donde te dejas atrapar, y Cusco, y Perú en general, han sido EL LUGAR para ambas cosas. Cada país recorrido ha sido una sorpresa y un regalo, pero lo de este lugar mágico lleno de maravillas está a otro nivel.
Pronto otra despedida pero con un mensaje clavado en la mente, y ahora también en la piel 😉
En nuestra visita a Machu Picchu, al terminar, nuestro guía, que nos venía introduciendo muchas palabras quechuas, nos dijo que a Machu Picchu no se le dice ni “adiós” ni “hasta luego”, que además esas palabras en quechua no existen, que se le dice “tupananchiskama”.
Y tupananchiskama fue lo último que le dije a Machu Picchu al irme, lo que le digo a Perú, como cierro cada una de las experiencias que estoy viviendo en esta aventura y me despido de cada una de las personas especiales que me encuentro.
Tupananchiskama es también una frase de vida, porque después de una despedida, siempre viene algo más, siempre quedará “volvernos a encontrar”.
Y este deseo, en forma de mantra, es mi primer tatuaje y uno de los souvenirs más bonitos que me puedo llevar para siempre conmigo.
Tupananchiskama (en Quechua) - “Hasta volvernos a encontrar”
Carmen.
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Cusco es una ciudad MÁGICA! La energia que tiene es impresionatr!! Gran primer tatuaje!! Muy profundo!