#13 Diario de Viaje - Llegar a la Cima
Esta semana supera a cualquier montaña rusa. Me recordó incluso a una caída libre, de principio a fin, desde cuando estás subiendo, poco a poco, hasta que llega ese momento inminente de caer en picado pero que te pilla por sorpresa (aún esperándolo).
Dramatismos justificados, esta semana he estado ausente hasta de mi cuerpo, tratando de recomponerlo de una de las experiencias más extremas que creo que he tenido y tendré nunca.
Hace justo una semana empezábamos la experiencia de la subida al Huayna Potosí, (“montaña joven” en Aymara, lengua nativa de la región). Esta es una de las montañas más famosas de Bolivia, especialmente por ser un 6.000 cercano a la ciudad de La Paz y accesible para “inexpertos” en Alta Montaña que quieren retarse y probar.
La expedición sería de 3 días y 2 noches; el primer día de aprendizaje para saber usar el equipo, el segundo día trekking de más de dos horas para ir del Campo Base (4.780m) al Campo Alto (5.270m), mochila a cuestas cargada con todo el equipo necesario. Y, finalmente, el último día, subida a la cumbre de 6.088m. Good luck!
🏔 Subida al Huayna Potosi (6.088m), Bolivia,…
o la historia de cómo subir un 6.000m queriendo desfallecer en el intento
No exagero si os digo que ha sido la experiencia física más intensa, extrema y dura que he experimentado en mi vida. Realmente he tardado días en reconciliarme, no solo con el momento, sino también con mi cuerpo y con mi mente. Siento que les llevé a tal extremo que la respuesta inicial fue más de recriminación que de orgullo.
Me costó sentirme orgullosa de mi hazaña, mucho. Nadie a mi alrededor lo podía entender (y lo entiendo), ¿cómo no sentirse orgullosa si, después del tremendo esfuerzo, has conseguido llegar a la cima? Ya, sí, parece tener toda la lógica.
Pero entonces, ¿será que solo importa el fin?
Ahí estaba el problema, habían pasado tantas cosas antes de llegar a ese pico que, cuando al fin llegué, nada dentro de mi estaba como debía estar
✨️ Preparados, listos
La subida empezó a la segunda noche desde el campamento alto, a unos 5.200m. A las 00.30h de la madrugada estábamos con todo el equipo puesto y entrando en el glaciar con crampones en los pies; 2 calcetines, 3 pantalones, 3 mangas, un chaquetón realmente gordo, botas de nieve, gorro, casco, guantes de nieve, arnés, piolet, crampones y mochila con snacks, hojas de coca y agua era todo lo que llevábamos encima, unos 12kg de indumentaria sobre nosotros.
Por cada guía, dos personas conectados por una cuerda de seguridad.
Por momentos y zonas, el viento y el frío realmente helaban la cara.
✨️ Un momento de inflexión
A los 5.700m llegamos a una pequeña explanada en todo el infinito de pendientes de nieve. Paramos a beber agua y comer chocolate, intentar meterle energía al cuerpo. Quería también comer un plátano, me doy cuenta que está totalmente congelado en la mochila... Tengo los pies helados. Nos dicen que estamos a mitad de camino. Nos había costado horrores llegar hasta ahí. Miro hacia arriba y veo, muy a lo lejos y muy en altura, pequeñas luces de frontales de otros compañeros. Nos quedaba aún tanto como llevábamos. La fuerza mental y física empiezan a tambalearse. No sé si voy a aguantar. No sé si quiero aguantar. Pienso en el chocolate y las hojas de coca; por favor, que hagan su trabajo.
✨️ Lo peor
Cuando la desazón gana a la emoción.
Como os decía, cuando llegué a la cima, nada en mi cabeza estaba como debía estar. La puesta a prueba mental, llevada a los extremos, consiguen sacar lo peor de ti. El cansancio físico, la fatiga, minan la actitud y la moral. Cuerpo y mente, nunca vi una interconexión más fuerte. Y más sufrida.
Cuando llegué a la cima me señalé. Por haberme dejado sabotear por mi mente. Por estar físicamente destruida. Por no haber sido la compañera ideal con la que enfrentar los vientos y tempestades. Por no superarlo estoicamente. (¿Por ser humana?)
✨️ Lo mejor
La más absoluta y limpia oscuridad. El cielo estrellado. La nieve crujiendo a cada paso debajo de los crampones, tremendo sonido. El brillo de la nieve a la luz del frontal; ¿sabéis que la nieve brilla como purpurina? Increíble.
✨️ Una persona
Entre los guías que nos acompañaban estaba Cecilia, una de las cholitas que da voz y fuerza al grupo de Cholitas Escaladoras de Bolivia.
Así se conoce a un grupo de mujeres Aymaras que empezaron a escalar montañas en latinoamérica. Ataviadas con sus vestidos típicos, reivindican su visibilidad y su papel tanto en la sociedad en general como personas indígenas, como dentro de su propia cultura. “Salir así de la cocina” para subir a la montaña.
Cecilia también aparece en la película “Cholitas”, rodada por una productora española y distribuida en Movistar+, aquí puedes ver el trailer.
Cecilia se emocionó mucho cuando me conoció y supo que era española, está tremendamente agradecida por esta película y todo lo bueno que le ha traído.
✨️ Una conversación
Hay conversaciones que tienen el poder de cambiarlo todo. Y esta fue la que tuve dos días después con mi compañera de aventuras, Gaëlle.
Todo lo que me señalé a mí misma como compañera, tenía en su mente una dimensión totalmente diferente. Ella no tenía nada que recriminarme, solo darme las gracias “por la paciencia” en la primera mitad del camino.
Yo “pedir perdón” y darle las gracias por la segunda mitad.
Ahí nos dimos cuenta. Fuimos clave. La una para la otra. Mitad y mitad. Un logro compartido.
Esta conversación me hizo abrazar nuestra experiencia, abrazar nuestro sufrimiento, abrazar nuestro orgullo, abrazar nuestra empatía. Porque más allá de la cumbre, estábamos nosotras.
Así que ahora sí, puedo decir con orgullo que he subido, con todo el compañerismo del mundo, a 6.088m de altura.
✨️ Un aprendizaje
Reconcíliate con los momentos, las personas o contigo mism@. Nunca te quedes con algo que decir, un capítulo que cerrar. Nunca te quedes a medias.
Carmen.
☕️ ¿Me invitas a un café? Si en algún momento te he ayudado a inspirarte, estaría genial si consideraras apoyar mi contenido invitándome a un café 😊
💘 Si te gustó puedes darle al botón de like para apoyar mi trabajo!